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Y el cuerpo le caía pesado sobre la cama... luego de esas noches de anarcóticas corridas, de lujuria y falsedad, esas que son máscaras que tapan la realidad que recorre cada neurona de su cerebro.
Su cabeza no podía parar de volar y flotar sobre nubes, en las cuales ella quisiera estar de por vida, mirando esas pequeñas hormiguitas que allá abajo corren sin cesar. Su cuerpo por momentos inmóvil, cada vez mas dregradado, quería dejar de funcionar. Un día... silenciosamente tomó la desición de que su cabeza ya giraba demasiado rápido para estar allí. Y en puntitas de pié se marchó... sin rastros, ni señales, solo unos cordiales "gracias" y "adios".